viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Cuánto vale nuestro voto?



Hacia el año de 1977, Perucho Conde (en aquélla época chavista en formación), sacó un disco bastante simpático a propósito de las elecciones a realizar el año siguiente.  El "elepé" venía cargado de temas amenos y divertidos, de los cuales recuerdo particularmente dos de ellos.  Uno se llamaba "Mosaico Electoral" y el otro "La Candidatura del Animador" (dedicado a Renny Ottolina).  El tema del mosaico en cuestión tenía un final que decía así:


"Oye candidato, qué es lo que prometes, si voto por tí?
desde que empezamos hasta donde vamos siempre ha sido así
Yo con este voto, te doy el coroto pero sin mentir
no digas ahora, que tu si eres bueno
no me hagas reir!"



Independientemente de la dirección política que el señor Conde tomara una vez que "el proceso revolucionario" se instalara luego de la debacle de los partidos tradicionales venezolanos (AD, Copei, MAS), su punto en el mosaico y en esa última frase resumía el sentimiento que compartían y comparten muchísimos venezolanos a la hora que tienen contacto con los candidatos pretendientes a sus votos, cada vez que se presenta la "temporada electoral" en nuestro país, siendo esta temporada (dicho sea de paso) una de las pocas ocasiones en que los candidatos se muestran "como tú", es decir, personas de a pie, miembros de la fulana sociedad civil, ciudadanos normales y corrientes como el resto de nosotros. 

Esa preocupación de saber a quién entregamos nuestra decisión personal, única, íntima, que conlleva nuestras esperanzas y espectativas, cuando depositamos el voto en la urna, aunque hoy en día se hace en una bendita máquina del CNE. Ese voto que tanto se busca para completar el "ciclo" de la democracia y que, salvo las siempre existentes amenazas de fraude, termina siendo el que manifiesta la voluntad de las mayorías. 

En teoría, la democracia es un proceso simple, sencillo, por medio del cual tenemos la opción de escoger entre varios candidatos y elegir uno, el de nuestra preferencia.  Sin embargo, el desenvolvimiento de los últimos quince años nos ha llevado a convertirnos a los electores en los débiles de la interacción del hecho democrático, en los "underdogs" de la pelea, en aquellos cuyas menos posibilidades tienen de salir "airosos".  Sobre nosotros descansa hoy en día, la mayor de las responsabilidades que se le puede asignar a un miembro de una comunidad social: la simple elección de otras personas para que dirijan al país adonde residen.

Sin embargo, nuestra elección hoy en día es todo menos simple. El proceso es todo menos simple.  El país está en una situación todo menos sencilla.  No estamos eligiendo personas para que continúen con procesos iniciados tiempo atrás cuyos frutos positivos (educación, properidad, seguridad, trabajo, etc) están maduros y generan beneficios para todos.  Nos vemos frente al compromiso de elegir personas para sustituir a otras personas que han hecho todo menos sembrar buenas semillas.  Muy por el contrario, estas personas han destruído completamente el campo adonde se siembran las semillas mismas que deseamos como ciudadanos.  En pocas palabras, estamos antes del inicio ya que no existen siquiera las condiciones para que el inicio mismo comience, si vale tal abstracción.


Salvo que nos encontremos en situaciones reales de acceso al poder, como digamos, podrán estar los allegados a los candidatos con mayor opción, todo lo que podemos hacer es ir a votar.  Si bien todo elector (por conveniencia o por convicción) aspira a estar en esa situación de cercanía al "petit comité" de un candidato ( o ser el candidato mismo), la realidad es que somos pocos los que llegamos a esa esfera exclusiva, a ese "members only club" del poder.  Por lo tanto, no somos más que personas cuyas voluntades se expresan mediante el voto.  Lo que me inquieta y me atormenta (lo confieso) es qué tanto valor le damos a nuestro voto.


Hacia aquella época electoral del '78 (la cual particularmente recuerdo bastante), el país se debatía entre lo "Correcto" de Luis Piñerúa y "Donde están los reales" de Luis Herrera Campins.  Campaña tumultuosa y cargada de emocionalidad, quizá influyó sobre mí ya que para ese entonces contaba con 11 años y era la primera campaña que "vivía" aunque no votara.  En la del año 73 sólo tenía 6 años y estaba más pendiente de jugar carritos que otra cosa.  El '78 era diferente, vivía ya en Caracas, era parte de lo que sucedía en la ciudad, me sumergía en la vida del país sin saberlo.

Otro episodio que recuerdo inmensamente y que traigo a colación para hacer mi punto, es un sketch del hoy chavista y tristemente enfermo Joselo.  Su personaje del mendigo despertaba de un sueño en el cual las candidaturas estaban empatadas a un número igual de votos y el voto de él (del mendigo) era el que podría decidir la elección hacia un candidato o hacia el otro.  EL Mendigo no sabía que hacer ni por quien decidir y recuerdo que los supuestos candidatos le preguntaban, para atraer su voto: "¿qué quieres?  ¿qué necesitas?" y el Mendigo respondió: "que quieran a Venezuela"





¿Cuántos de nosotros nos colocamos en esta situación, aunque sea hipotéticamente?  Quiero pensar que somos ciudadanos que valoramos nuestro voto, pero a diario consigo manifestaciones de resignación (aún dentro de esta fiebre de unidad que nos arropa a todos indefectiblemente) y baso mi conclusión en el hecho de que muchos enfocan esa intención de voto hacia los beneficios personales que un candidato nos traerá sobre otros.  Al parecer, seguimos imbuídos en una suerte de fanatismo electoral que continúa siendo guiado por preceptos más desfavorables hacia el interés colectivo y en donde sigue preponderando el interés personal.


¿Cuántos de nosotros, realmente queremos el beneficio de todos los que habitamos (física o espiritualmente) en el país, y cuántos de nosotros tenemos claro ese concepto de país? 

Los momentos que se nos avecinan son cruciales, y es nuestro deber preparar nuestro voto, educarlo, instruirlo, ilustrarlo pero por encima de todo, madurarlo muy bien.


Los dejo con esa reflexión por hoy.







 


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Política Jurásica




Mientras observo la Rueda de Prensa a propósito de la inscripción de Henrique Capriles Radonsky como candidato a las elecciones primarias de la oposición, me pregunto si los "actores" políticos miembros de la MUD, tienen idea de la forma cómo son vistos desde afuera, y de qué manera son percibidos frente a cómo se perciben ellos a sí mismos.

La bandera unitaria empuñada por la oposición, aún cuando no existía la MUD como ente único, era el denominador común.  Esa unidad la cual ha sido secuestrada por el Gobierno, la unidad que parece que durante estos largos años ha sido acaparada por el sentimiento de aquellos que siguen al presidente.  Esa unidad que durante tanto tiempo arengó disciplinadamente a cientos de miles de chavistas a votar temprano, a organizarse, a ser disciplinados y a vencer a la oposición una y otra vez en las elecciones.  La Mesa de la Unidad Democrática ha apostado a eso, a lograr una unidad verdadera, real, inédita.


Pero a medida que hemos visto el pasar de las semanas y la madurez de este proceso, se han comenzado a notar ciertas voces que parecieran desentonar con el armonioso coro que presenta la Mesa cuando se sienta a dar declaraciones de manera conjunta en la cual sus representantes que no aspiran a la candidatura (Aveledo, Albanes, Medina) comentan acerca del "momento histórico" por el cual pasa Venezuela, en donde "nunca antes como ahora existe tanta unidad en la oposición".  Estas voces parecieran estar, como consecuencia de rencillas internas dentro de la mesa misma, comenzando a mostrar que la unidad parece no ser tal y que prefieren cantar como solistas desentonados.

Y en mi opinión no puede ser tal, porque este "Chiripero 2.0" que se está tratando de licuar como jugo para ser bebido por los ya enratonados "chavistas descontentos", comienza a tener un sabor que no sabe a "homogéneo" porque dentro de los ingredientes del jugo están frutas que no son saboreadas por todos y que algunas están francamente en proceso de descomposición política.  Algunos de estos son los Causa R, PPT, Copei y AD, los cuales parecieran estar empeñados en repetir sus mismas prácticas anacrónicas de utilización de los candidatos a su favor, con el respectivo tufo que esto trae.

Si evaluamos a los candidatos "sobrevivientes" al día de hoy, ninguno pertenece a la vieja escuela política venezolana, entendiendo la misma como la militancia tradicional de Acción Democrática y Copei.  Capriles y López nacen de Primero Justicia (ex Copei), como exponentes de la camada de alcaldes que surgió hace más de una década.  Pablo Pérez nació en AD pero actualmente milita en un partido aparte (tipo Primero Justicia) y Maria Corina es la única que viene de un no-partido como lo es Súmate. Chávez y su discurso agresivo son los supuestos autores de la eliminación del protagonismo político de los partidos de siempre, pero en realidad los partidos mismos se suicidaron bajo su propia ineptitud en cumplir las promesas durante las oportunidades que tuvieron a lo largo de la duración del período democrático luego de la caída de la dictadura.

Si hay algo que se mantiene latente en la memoria colectiva del venezolano (la cual es bastante selectiva, dicho sea de paso) son los "cabilleros" de las maquinarias de las que tanto se jactan los partidos tradicionales hoy en día como "decisivas" para inclinar la balanza de las primarias.  Las infelices declaraciones de Henry Ramos Allup al momento de ratificar el apoyo de AD hacia Pablo Pérez, dejaron ver su actitud de "viejo sabio de la tribu", la cual demuestra su ceguera frente a la manera como son percibidos hoy los partidos tradicionales: dinosaurios políticos.

Esto ha decantado en una serie de comentarios que en mi apreciación, le han creado un "favor mocho" a los candidatos.  La discusión acerca de la fecha para la celebración de las primarias para Gobernadores y Alcaldes es percibida como desviación por parte de aquellos sin opción clara (olvidando el tema presidencial como opción principal)  y  el tema relativo a los fondos que tienen que ver con la celebración de las primarias mismas, entre otros, dejan ver que existen rencillas dentro de la fiesta electoral.

Bajo el viejo dicho que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", se han aglutinado alrededor del entusiasmo que han despertado estos candidatos, los mismos partidos que se saben sin opción clara a obtener el poder con liderazgo propio.  Ni AD ni Copei poseen hoy en día la fuerza necesaria para lanzar un candidato que le revire a Chávez, que se tutee con él.  Quizá Ledezma pudo haberlo hecho, pero AD decidió hacer sus apuestas hacia Pablo Pérez, dejando al primero sin más opción que desistir en su empeño por ser candidato, sacrificando además, experiencia por popularidad. 

Por esto, se vuelcan a "dar su apoyo" a alguno de los candidatos que ven con más opción.  A los candidatos, en aras de la "unidad" y el discurso conciliador, no les queda más remedio (o si?) de aceptar este apoyo, cometiendo el error de agrupar trás de si a las maquinarias que tanto rechazan y que fueron las mismas que propiciaron su salida de esos mismos partidos políticos en primer lugar.


Desde afuera, este circo de dimes y diretes se percibe tal cual lo que es: Falta de unidad disfrazada de sentimiento profundamente democrático.  Mientras más aparecen unos y otros que apoyan a López, Pérez o Capriles, haciendo acusaciones de "cogollerismo" y practicas por el estilo, más aquellos a quienes intentan convencer comienzan a mirar de reojo este compromiso. 

La oposición parece no entender que parte de su catálogo de derrotas durante los últimos años se ha debido, precisamente, a mostrar varias caras frente a un país que parece ser "unifacial" y que no entiende, dada la inmadurez política de la que siempre hablo, que dentro de un proceso de democracia caben distintas opiniones.  Esto no significa que no puedan coexistir dentro de la MUD opiniones encontradas (y francamente opuestas), pero si de obtener la victoria se trata y "evangelizar" tantos Ninis que existen, deben practicar aquello que dice "Adentro nos decimos las cosas y afuera tenemos un discurso igual"






domingo, 30 de octubre de 2011

El Radicalismo Opositor





De todas las críticas que se le hacen a Chávez y al chavismo, una de las más repetidas es la que habla que uno de sus mayores logros ha sido "crear odios y dividir al país en dos".  Durante trece largos años se le ha reprochado haber dividido familias, vecinos, compañeros de trabajo y hasta rivales deportivos, para llegar a casos extremos.  Sin duda Chávez es el autor de muchas páginas cargadas de extrema polarización, las cuales han demarcado claramente los grupos en "oligarcas" y "rojos", "escuálidos" y "boliburgueses" y cualesquiera otros motes que se hayan inventado para definir un bando y otro.


Esta suerte de "ellos" y "nosotros" ("nosotros" dependiendo del polo al cual usted pertenezca), se mantenía hasta hace poco en  una especie de sensación colectiva de enfrentamiento entre los buenos y los malos.  Buenos aquellos que están con nuestros ideales y malos, obviamente, los que no lo están.  En múltiples ocasiones nos hemos sentido atacados por los comentarios del Presidente en interminables alocuciones, cadenas, entrevistas y comentarios, acrecentando y expendiendo más estas opiniones la maquinaria propagandística y adoctrinadora del Gobierno, a través de sus programas de televisión (La Hojilla como mejor exponente), diarios de corte oficialista, reporteros, periodistas, los miembros del gabinete ministerial y los mismos seguidores del Presidente, esos que he definido como "El Pueblo Chavista"


Este antagonismo social conoció su primera manifestación abierta (en la cual nadie se escondió para gritar lo que sentía) el 12 de abril del año 2002, cuando hordas de triunfantes opositores para el momento, salieron a la caza de dirigentes del Gobierno y se apersonaron en las viviendas de Tarek Williams Saab en la urbanización La Lagunita y Ramón Rodríguez Chacín en su residencia en Santa Fe, además del vergonzoso incidente en la Embajada de Cuba, adonde supuestamente se encontraban escondidos miembros del gobierno caído el día anterior.  Todos observamos el odio acumulado, guardado y añejo que daba rienda suelta en contra de los que en aquél momento habían sido despojados del poder, aunque fuera (para desgracia posterior del país) de manera temporal.


Casi diez años después, la oposición vuelve a plantarle cara al Gobierno, haciendo uso de argumentos más que válidos para disputar el poder del país en los próximos comisiones electorales de Octubre de 2012.  Para esto y haciendo uso de la democracia que defienden, los integrantes de la MUD plantean un proceso inédito en Venezuela, el cual es la celebración de las elecciones primarias para la elección del candidato o candidata únicos para medirse con Chávez (o quien sea designado por éste o el partido) en las elecciones presidenciales.


Este proceso ha visto una abanico de pre-candidatos, despuntando algunos de mayor calibre y aceptación que otros en la población.  Sin hacer valoraciones que no me corresponde hacer, lo cierto es que he comenzado a notar, que ese mismo radicalismo del que la oposición acusa a los seguidores del Presidente, es abiertamente practicado entre los seguidores de algunos de los distintos candidatos de la MUD. 


Cuando comenté días atrás que la Mesa de la Unidad Democrática tenía patas flojas me refería a eso: Día a día leo en redes sociales (principalemente en Twitter) los ataques directos a los candidatos por parte de gente misma de la oposición, particularmente en el caso de Diego Arria, quien es, en mi opinión, el candidato que más se apersona en el Twitter y con el que he logrado (al igual que muchísimos otros usuarios) obtener respuestas directas a preguntas puntuales y no de un asistente que como en el caso de Leopoldo López, Henrique Capriles o Pablo Pérez, responden solo a aquellos que los apoyan o solo anuncian en qué pueblo están abrazando a la viejita tal o cargando al muchachito cual.


Esta exposición personal de Arria le ha valido, y cada día se lee con más frecuencia, comentarios de personas invitándolo a retirarse (unas gentilemente, otras no tanto).   A todas, responde Arria que sigue hasta el final y que tendrá sus firmas para la fecha requerida.  Ahora bien, más allá de esto, también noto ataques entre los PabloPerecistas y los Caprilistas, Leopoldistas y Machadistas, los cuales menciono porque su tono dista de ser "democrático" y entre todos acusan a los contrarios de "atentar" contra la Unidad.  Los únicos que parecen ser comedidos en sus comentarios son, obviamente, los precandidatods mismos.


Así como noto yo ese radicalismo dentro de los opositores, así mismo lo notan los seguidores del gobierno.  No hace falta ser muy analítico para darse cuenta que el mensaje que sale de los últimos movimientos políticos, tales como el apoyo de AD a Pablo Pérez como tema principal y las descalificaciones a candidatos como Arria, dejan permear por parte de los que apoyan a los punteros (Pérez, López y Capriles) que no son ni muy democráticos en su proceder ni están tan unidos como quieren dejar ver.  Si practican la democracia como valor esencial, si se sienten tan seguros de su victoria como dicen estarlo ¿porqué atacar a candidatos que, dentro del proceso democrático, tienen tanto derecho como los suyos a postularse? 


De esto se concluyen varias cosas: En primer lugar, existe un sector de la oposición denominado "fanático" por Hermann Petzold ("La Chavezdependencia". El Universal. 30 de Octubre) entre otros, para quienes la idea de un candidato distinto al suyo es igual a atentar contra la unidad.  Este grupo quiere (y tiene como única meta) en salir de Chávez a toda costa, pero no se detiene a pensar en las propuestas de otros que deseen aspirar a la candidatura única porque para ellos la de su candidato es la mejor.  Punto.


Este grupo es al que me refiero como tan peligroso como el propio chavismo.  Desde el momento en que Juan Carlos Sosa Azpúrua decidió entrar en la competencia a la Presidencia, voces comenzaron a tildarlo de loco o de querer dividir a la supuesta unidad de la oposición.  Señores, si ustedes creen en la democracia, deben aceptar que quien se quiera lanzar, se lance. Así es el juego.




En los Estados Unidos, las últimas tres campañas electorales vieron a un candidato llamado Ross Perot, que no representaba ni los conservadores Republicanos ni a los liberales Demócratas, y nadie le exigió "retirarse" por no tener chance de ganar.  Inclusive en Venezuela, en las elecciones de 1998 contra el mismo Hugo Chávez, nadie le pidió a Irene Saez, Luis Alfaro Ucero, Miguel Rodriguez Fandeo o Alfredo Ramos que se retiraran de la contienda, a pesar de que obtuvieron 2,82%; 0,60%; 0,30% y 0,11% cada uno respectivamente.

Cualquier podrá argüir que los tiempos son otros y que hoy en día es urgente salir de Chávez, y en eso estamos de acuerdo.  En lo que no puedo estar de acuerdo, ni estaré, es en la inobservacia de los mecanismos y reglas que la democracia dicta a los que se rigen por ella en su vida política.  La democracia nos exige siempre, y de ahí su gran valor, actuar de forma justa, tolerante y equitativa todo el tiempo, por lo cual es importante hacernos un "reality check" y darnos cuenta que cuando nos dejamos arrrastrar por las pasiones, son esas pasiones las que por momentos nos hacen olvidarnos de las reglas del juego.

No hacerlo es determinar nuestro suicidio político y caer en los mismos desatinos que criticamos a nuestros opositores.  Al igual que los militares que tanto critico, que creen que dando un golpe corrigen una situación anormal, cuando la oposición descalifica a actores políticos que deciden (por elección propia) a no participar en la "fiesta democrática" que plantea la MUD, se cae en la misma radicalidad del gobierno que quieren sacar del poder. 


Los chavistas podrán ser lo que sean, pero son tan observadores como nosotros.  Y este tipo de pugnas no pasan desapercibidas.



Juancé Gómez

jueves, 27 de octubre de 2011

¿Son realmente necesarias las Fuerzas Armadas en Venezuela? (Parte II)






Parte II

Como les comentara en  mi primera entrega, y agradeciéndole al Presidente el material que constantemente me regala para apoyar mi postura, las Fuerzas Armadas en Venezuela han mantenido una posición privilegiada dentro de la vida del país.  Si a PDVSA se le acusó de ser una caja negra, a las FFAA le aplica el término de "Caja Fuerte", por su hermetismo y total divorcio de la convivencia con la nación.  PDVSA producía dinero para el país, mientras que las Fuerzas Armadas lo que han hecho es derrocharlo, comprando armas innecesarias para defendernos de nadie, construyendo viviendas para sus propios miembros y manteniéndose a la vez, protegidas de toda intromisión civil.  Atrás quedaron los tiempos en que para algo servían los batallones de ingeniería que construían carreteras y hospitales: Hoy sirven para reprimir al pueblo, cerrar y expropiar haciendas y fábricas, serviles bajo las órdenes del Comandante en Jefe.


Nos preguntamos indignados, porqué los militares se arrodillan (literalmente) frente a la figura del Presidente, y nuestra mente civil nos impide entender lo que para el militar es sólo un comportamiento natural: sumisión disfrazada de disciplina.  En la mente del militar no existen los conceptos que para los civiles son la base misma de la convivencia tales como libre albedrío, contraposición de opiniones, discusión, consenso.  El militar ejecuta ordenes, no las discute.  El militar entiende que, sometiéndose a sus superiores, encuentra consuelo en someter a sus subordinados y así sucesivamente.  Mientras más escale en jerarquía y rango, mayor será la cantidad de rangos inferiores que se someterán a sus órdenes.  Es por eso que para los miembros de las Fuerzas Armadas ver como un militar, un Teniente Coronel "Don Nadie" antes del golpe de 1992, llega a la cúspide del poder en el país, representa una imágen casi divina, digna de admiración.  Ese militar desde el olimpo de Miraflores les dice, tácitamente: "Yo soy militar, y mira adonde llegué"


En Venezuela, el mundo civil no comprende esta manera de pensar del estamento militar.  Así como en otras fuerzas armadas se mantienen cerradas las filas en asuntos espinosos como la homosexualidad dentro de sus filas (Don't ask, don't tell) en el caso de los Estados Unidos, o el abuso mismo del cual son acusados actualmente los Cascos Azules de la ONU por supuestos abusos contra civiles en Haití, la milicia es callada y permisiva para con los abusos que sus miembros cometen en el "ejercicio de sus funciones".  La costumbre de la violencia (tanto dentro de sus propios miembros como con civiles o enemigos) les permite actuar de forma brutal en muchos casos, sin las valoraciones que los civiles hacemos de dichos actos.


Ayer mismo, el Presidente decreta sumar más privilegios a los ya privilegiados militares, aumentándoles en 50% el sueldo y exonerándolos del pago de cuotas iniciales para la compra de viviendas o automóviles.  Si bien mucho se comenta que estas dádivas responden a un miedo del Presidente para que los militares no lo saquen del poder por la vía armada, considero particularmente que no es otra cosa que la manifestación expresa de la única manera de vida que conoce Chávez como buen militar y que no es otra que colmar a sus colegas, a sus compañeros de armas de los beneficios que la institución armada ofrece a aquellos que como él, han hecho su carrera y han entregado su vida al uniforme y a la gorra. 


Sin embargo, para no restarle importancia a los que comentan que hay "miedo" en Miraflores, cabe el análisis de esta posición con la siguiente reflexión: Si en Venezuela, tanto el gobierno como la oposición tienen que "coquetear" con los militares para que inclinen la balanza del poder, entonces tenemos un problema gravísimo porque nuestra vida "civil" depende, precisamente, del antónimo perfecto como lo son los militares.


¿Quiénes son, al final del día, los militares? Si hacemos recuento de los orígenes de todos los oficiales, sub-oficiales y tropas regulares hoy en las FFAA, nos daremos cuenta de una constante:  Los militares provienen, en su gran mayoría, de extractos humildes de la población.  Las clases media y alta no envían a sus hijos a la Academia Militar para asegurar su futuro, mientras que el pobre considera la carrera militar como una alternativa, en la que se aseguran escalar posiciones económicas de forma relativamente estable.  Aguantando unas cuantas "mierderas" (término utilizado en los cuarteles para referirse a castigos por vía de ejercicios físicos), se logra conseguir una casa, un apartamentico, unos estudios y compras privilegiadas en el IPSFA o en otros lugares.  Si tienes la suerte como recién graduado, te envían a algún puesto fronterizo o de aduanas adonde aprendes a "matraquear" pescadores, "raquetear" indocumentados o como premio gordo, decomisar contrabandos que van desde cajas de cigarrillos hasta alijos de droga.  Toda una universidad de corrupción que servirá en tiempos posteriores.


El militar es un chulo profesional.  Es un parásito del sistema.  Es una chinche institucional.  El militar entiende que posee la fuerza y la coerción física para extorsionar desde individuos hasta sistemas, y no duda en hacer despliegue de esta fuerza para amedrentar y dar rienda suelta a su falta de educación, modales y cultura.  En la mente de muchos todavía resuena el eructo de Acosta Carléz tomando Coca Cola cuando a nombre de la gloriosa revolución bolivariana, allanó sus instalaciones en Valencia en el año 2003.






Muchos comentaristas repiten incesantemente el mismo postulado acerca de la "institucionalidad" de muchos militares dentro de las fuerzas armadas. Mi posición es que los militares, permitiendo la intromisión dentro de sus filas de elementos externos como el G2 cubano, izando banderas cubanas en sus cuarteles y observando los abusos que diariamente cometen sus colegas dentro de la supuesta institución a la cual pertenecen han perdido toda legitimidad como institución considerada "decente" o "guardiana de la democracia".  Si existen oficiales "institucionales" deberían, como mínimo, retirarse si no desean enfrentarse a los abusos o combatirlos, denunciarlos y asumir las consecuencias que esto acarree.  Su silencio y su inacción los hace cómplices y la neutralidad en estos casos es inexcusable, dada la alta polarización en la que se encuentra el país.  Abiertamente manifiesto mis dudas acerca de los militares "institucionales" dentro de las Fuerzas Armadas.  Creo que todos son parte de la misma hipocresía.


Una Venezuela sin militares.  Qué silencio espiritual nos produce esta frase, cuando llegamos a pensarla e internalizarla como hecho hipotético.  ¿Una Venezuela sin ejercito? Suena a una locura digna de una lobotomía. 


Venezuela puede llegar a materializar esto.  Avanzar como país es un proceso que tiene e implica cambios radicales.  En mi tercera y última entrega me referiré a la manera cómo nos beneficiará a todos los venezolanos despojarnos de estos individuos parasitarios de nuestra vida civil.  Si bien comenté esto al cierre de la primera entrega y por esto pido excusas, debo admitir que los últimos hechos me obligan a cimentar más los motivos por los cuales debemos convencernos de salir, definitivamente, de las Fuerzas Armadas en Venezuela.


Juancé Gómez

De Plomero a Candidato








Para aquellos que recuerdan la campaña presidencial de los Estados Unidos de 2008, el señor de la foto, Samuel Wurzelbacher (algo así como "Uorselbajer") saltó a sus quince minutos de fama al cuestionar la política de impuestos a los pequeños negocios propuesta por el entonces candidato y senador demócrata por Illinois, Barack Obama. En una conversación improvisada en una calle en Ohio, Wulrzelbacher le comentó a Obama ser un plomero que se vería afectado por un alza en los impuestos de ganar Obama, y que sus posibilidades de surgir se verían limitadas si tal tributo se ponía en efecto.  De ahí pasó a ser conocido simplemente como "Joe The Plumber" (El Plomero) y su notoriedad sería posteriormente impulsada por el uso que hizo Sarah Palin de su nombre y su ejemplo como estandarte del trabajador norteamericano.  Luego Joe pasó a escribir un libro y comenzar una carrera como conferencista motivador.  Hoy en Fox News, en el programa de Megan Kelly, anuncia su candidatura como representante por el partido Republicano al estado de Ohio para las elecciones de 2012. 

Hago mención de Joe el Plomero, porque he notado que en Venezuela no tenemos muchos ejemplos de ciudadanos comunes y corrientes que hagan la transición hacia la política y efectivamente logren un cambio en su entorno, comunidad o ciudad.  Y esto es así porque los ciudadanos comunes y corrientes en Venezuela vemos la política como algo muy cercano a nosotros pero que no nos llega a tocar lo suficiente como para hacernos entrar en ella de lleno dejando atrás nuestros trabajos, nuestras cómodas oficinas y nuestros fines de semana de parrillas y viajes a la playa. Vivimos la política intimamente, pero sentimos que es algo reservado a los partidos y salvo que tengamos alguna militancia en uno de ellos, en Venezuela la política pertenece unicamente a los políticos de "oficio".

Ejemplos existen, sin embargo, de personas que decidieron aventurarse en la política, y a colación quiero presentar tres claramente definidos: El primero y menos conocido es un personaje "pintoresco" del pueblo venezolano, a quien solo recuerdo con el nombre de Pedroza, hombre ataviado de un tabaco y un sombrero que no contaba con partido popular alguno (no que se sepa) y que decía que los políticos eran unos "vagamundos".  La última vez que supe algo de él, fue hacia las elecciones de 1978. 

El segundo personaje no político que quiero comentar fue Renny Ottolina, querídisimo y recordado en la psique colectiva de Venezuela, aún después de tantos años de su muerte.  Renny murió (en circunstancias que algunos llaman "misteriosas") a pocos meses de celebrarse las elecciones presidenciales de 1978 que serían ganadas por Luis Herrera Campíns en la cumbre del Copeyanismo en Venezuela.  Renny se lanzó a la presidencia (y acumuló seguidores) porque sentía que un cambio debía llevarse a cabo en el país, ya para esa época con visos de alta corrupción y delincuencia.  Murió en las montañas cuando su avión se estrelló, y jamás supimos de qué puesto hubiera llegado de estar vivo para aquellas elecciones.

El tercer y más reciente ejemplo fue Irene Sáez, quien desarrolló una carrera exitósa de gestión al frente de la Alcaldía de Chacao y posteriormente al frente de la Gobernación de Nueva Esparta. Y digo "carrera de gestión" y no política, porque  si bien estudió Ciencias Políticas luego de su reinado como Miss Universo, no podemos decir que fue política de carrera, ya que durante su incursión aprendió al igual que Renny y Pedroza, cómo se bate el cobre en política, aunque ninguno de los tres logró tomar el palo que lo batía.

Cada uno de estos tres personajes descubrió a su manera, que en Venezuela si no se es político de profesión y se decide hacer carrera, lo más probable es que te utilicen o te desechen.  Así como era obvio que nadie tomaría en cuenta a Pedroza quien destacaba más por su pinta "juanbimbística" que por su preparación profesional (la cual tengo entendido era nula) era también obvio que Renny parecía cernirse como una amenaza sobre los partidos del "establishment" polarizado de los años 70 y de la misma manera, obvio también la manera como en la memoria colectiva de todos permanece latente la idea de la "utilización" que de la imagen de buena gestión de Irene Saéz hicieron AD y Copei (bajo el "mastermind" Alfaro Ucero) para combatir con Hugo Chávez y perder miserablemente las elecciones en 1998.

El mensaje de los partidos a los  venezolanos comunes y corrientes es éste: "No se metan en política, solo voten por nosotros".  Nosotros, ciudadanos políticamente inmaduros que somos, aceptamos el mensaje y vemos los toros desde la barrera, como "Managers de Tribuna" parafraseando al Ciudadano Leopoldo Castillo.  Otros ejemplos de "espontáneos" existen pero su final no ha sido muy feliz.  Algunos recuerdan con risa o lástima a candidatos como El Brujo, Cristobal Jiménez u otros de menor monta inclusive pero todos, sin excepción, solo forman parte de la historia electoral venezolana, hoy ya casi extinta. 

Estos fenómenos como el de "Joe  El Plomero" se generan en países en donde los ciudadanos entienden que deben tomar las riendas, participar, dar su opinión y ofrecer sus ideas, pero también corriendo el riesgo de ser utilizados por partidos que los ven como "plataformas".  Así como los Republicanos utilizaron a Arnold Schwarznegger para ganar las elecciones de la Gobernación de California, muchos partidos no dudarán en utilizar a cualquiera que sientan que tiene "arrastre" para capitalizar una victoria en territorios que ven en peligro frente a partidos opositores.

Esto nos plantea el siguiente dilema: ¿Qué hacer frente a la maquinaria de un partido político que nos quiere apoyar?  La situación es un poco antagónica antes que simbiótica, porque estamos como durmiendo con el enemigo, sintiendo que cuando no le sirvamos de mucho entonces nos desterrará políticamente, haciéndonos caer en el olvido tan rápido como nos puso en la fama.  Formar nuestro propio partido parece una odisea fantástica pero francamente de díficil realización.  

Nuestra misión no es convertirnos en Joe el Plomero sino convertirnos en electores maduros y educados que reclamen a sus representantes, diputados, concejales, ministros y hasta el Presidente mismo, que hagan su trabajo, que presenten sus cuentas y sus gestiones de forma correcta.  Los ciudadanos venezolanos (y latinoamericanos en general) nos comportamos bajo un estilo de "Vote and Forget", descansando en el político elegido el peso de nuestras promesas, expectativas, sueños y proyectos, sin hacerles el seguimiento debido, solo castigando en las próximas elecciones, siempre con el "Next" por delante.   

Nuestros reclamos deben ser organizados, exigentes y formales, no solamente como gritos desesperados en Twitter u otras redes sociales, sino a través de la confrontación a los representantes mismos.  Así como en otros países se les envían cartas, comunicaciones, correos y protestas, de la misma manera debemos hacerlo nosotros.  Inclusive debemos hacerselos saber antes de elegirlos, escogiendo bien a quiénes elegimos y para esto, las próximas elecciones a precandidatos a las primarias representan una oportunidad dorada para comenzar a comportarnos así.  Mientras los partidos nos consideren votantes sin derecho a hacer política, seguiremos en manos de ellos y de los candidatos que ellos, dentro de su cogollo, escojan.


Juancé Gómez




miércoles, 26 de octubre de 2011

A Dios Rogando y Templos Comprando





Luego de su "rejuvenecida" llegada de Cuba, directo al Santo Cristo de La Grita, Hugo Chávez se autoproclama dévoto de figuras religiosas que tiempo atrás desdeñaba en la figura de los miembros de la Iglesia Católica, a quienes mandó a callar en múltiples ocasiones (en el zenith del poder, no menos)  para llegar a postrarse a los pies del ícono cristiano, siendo recibido por un miembro de esa misma Iglesia a quien parecen habérsele olvidado los improperios profesados a sus colegas, por conveniencia o por simple descuido humano.

El Monseñor Mario Moronta lo recibió casi como al "hijo pródigo", refiriendose a Chávez como "un peregrino más" que visitaba el Templo.  Luego del acto cargado de la cursilería habitual de la cual el Presidente impregna sus actos públicos (para el regocijo casi orgásmico de sus seguidores) se desvela la verdadera razón de tantas sonrisas por parte de Moronta: Chávez se ha comprometido a girar los fondos para la construcción de un Santuario para el Cristo de las Montañas.  No hubo necesidad de pasarle la cesta "para la colecta" al final de la misa, ya que el Presidente mismo ofreció dadivósamente la "limosnita" para que la feligresía pudiera adorarlo un poquito más (A Chávez, no al Cristo).

Posteriormente (y quizá revisando el santoral religioso) dirige su atención (y su chequera) a venerar al "venerable" José Gregorio Hernández, decretando Día de Júbilo Nacional en el cumpleaños número 147 del Siervo de Dios. Luego de agradecer al Pre-Santo venezolano (en señal de agradecimiento por haberle hecho el Milagro de curarlo) promete girar (otra vez) los fondos para la construcción de un templo para honrar la memoria del Santo del Pueblo en su pueblo natal, Isnotú.

En ambos casos, los miembros de la iglesia no caben dentro de sí, ya que la atención del Presidente les cae como anillo al dedo.  Chávez utiliza nuevamente los símbolos más íntimos para el pueblo que le sigue (la religión esta vez) para reforzar la conexión que aún mantiene con muchos o pocos, a la vez que "compra" indulgencias con bozales arepísticos a los hombres de hábito que felices lo reciben. Business as usual.

Más allá de las valoraciones religiosas o morales que cada uno de nosotros quiera darle a este hecho, lo cierto es que se comienza a destacar la manera como Chávez explota económicamente  a los centros de concentración emocional, con lo cual abona más terreno para su siembra en el pueblo chavista, políticamente inmaduro y electoralmente emotivo.

El Presidente conoce muy bien la forma de entrarle a sus devotos, a los que lo veneran tanto o más que al de Isnotú u otros íconos religiosos de la geografía nacional.  Sus "milagros" (consideran) pueden materializarse si ellos hacen un mayor esfuerzo en defender su revolución, si tan solo los oligarcas y el imperio lo dejan, y de ellos es la misión, cuales cruzados detrás de Pedro El Ermitaño, de dar su vida por la salud de su guía espiritual, el profeta de Sabaneta y el triunfo de la evangelización de los salvajes capitalistas.

Chávez, un sobreviviente político, ordeña la savia inocente y resentida de los electores que votan con la emoción y no con la razón.  Apasionados por cualesquiera amenazas que recaigan sobre su sacerdote mayor (mayor inclusive que los curas mismos de La Grita e Isnotú), sobre ellos se levanta supuestamente sano (aunque un poco inflado, a decir verdad) cual Lázaro criollo, trás haber vencido al cáncer, probablemente enviado por aquellos que huelen a Azufre en el norte.


Juancé Gómez

lunes, 24 de octubre de 2011

Radiografía a la MUD para el día de hoy Lunes 24 de Octubre







Con esta serie de entradas, me dispongo a dar mi opinión semanal de cómo percibo a los precandidatos a las primarias de la MUD, desde el punto de vista de un elector que recibe mensajes, sin "datos" provenientes de comandos de campaña ni "información de fuentes allegadas" a los centros donde se genera la información supuestamente.  Quiero compartir lo que me llega por los medios impresos, televisivos o digitales, para luego reflexionar de qué tanto me llega y me convence el mensaje de cada uno.

La situación al día de hoy está dispuesta de la siguiente manera: Capriles y Pérez, según las encuestas, "lideran" la intención de voto, estando por encima el primero del segundo.  Capriles haciendo campaña en lugares como Catia (adonde hordas chavistas les buscaron pleito) y aceptando alianzas de partidas de dudosa reputación, como Causa R y PPT (cuando en la Cuarta?), mientras Pablo Pérez realiza un mitin en Maracaibo el día viernes (sobre el cual corren rumores que empleados de la Gobernación del Zulia fueron obligados a asistir, tipo MVR) y un Twitcam vía Twitter anoche en el cual dio más un discurso político que responder a preguntas de los asistentes.  Exposición mayoritaria para ambos por parte de los medios. 

De segundos corren, María Corina Machado y Leopoldo López, cada uno viviendo de su propia beta para extraer titulares: López visitando el país con los coletazos de la decisión del TSJ acerca de su habilitación política a medias para lanzarse a candidato y María Corina con su proyecto de "Capitalismo Popular",  tratando de explicar qué sentido tiene una propuesta que luce tan contradictoria como decir "Republicano Gay", como diría Bill Maher.  Ambos en sus esferas, buscando la atención del elector defraudado, abrazando muchachos y viejitas, repitiendo las campañas anacrónicas de AD y Copei de los años 70's.

Antonio Ledezma a la espera de la decisión de AD este jueves, acerca de a quén le dará el CEN la tarjeta blanca para las primarias, si a él o a Pablo Pérez.  Según la tradición adeca, el más popular se impone sobre el más preparado, por lo que pareciera que Ledezma se quedará con los crespos hechos, ya que AD difícilmente dejará a Pablo Pérez solo, aún cuando éste sufra todavía de los embates de ser denominado el "Delfín de Rosales"

Diego Arria recoge sus firmas y según informan las redes sociales, aún no llega a las 180 mil que le exige el CNE por ser candidato "independiente".  Más allá de esto, se percibe un roce entre él y los candidatos de la MUD (Capriles, López, Machado), cuando denuncia "cogollismo" y parcelamientos de poder dentro de la MUD misma, a la cual admite no querer pertenecer (todavía, no se sabe luego).  Quizá su posición en el último lote de la carrera, adonde lo acompañan "El Tigre" Eduardo Fernández, Cecilia Sosa y Pablo Medina (todavía este señor está entre los precandidatos?), le da la libertad de desafiar a los candidatos del status quo de la MUD, los cuales obviamente no le hacen caso a público de galería.

De "El Tigre" se espera calladamente, que se retire, aunque ya en la red directamente tanto a él como a Arria les exigen que declinen sus candidaturas en favor de la "Unidad" (la cual, no parece ser tal).  Bajo el mismo tenor de Oswaldo Álvarez Paz y Cesar Pérez Vivas, es muy posible que Fernández se retire de la contienda para ser posteriormente loado por los demás y considerado un gran "demócrata".  En mi opinión particular ninguno de los tres debió lanzarse ya que como buenos políticos, sabían de corrido que no contaban con apoyo generador de una masa crítica que arrastrara a la oposición a ganar las primarias y solamente se lanzaron para luego declinar y sobrevvir políticamente, asegurándose un futuro cargo en eventuales gobiernos de oposición luego de 2012.  Recordemos electores, que si existe una tendencia innegable en la política venezolana, es que las razones por las cuales elegimos a los candidatos no siempre coincide con las razones por las cuales ellos mismos se lanzan a ser electos.

En general, los electores (políticamente maduros o no) utilizan las redes sociales para apoyar ciegamente a los candidatos de su preferencia o para hacerles preguntas incómodas o comprometedoras.  Dependiendo del caso, los candidatos (o quienes den sus respuestas) responden a algunos (los que los apoyan) e ignoran responder a los "preguntadores incómodos" como yo.  Se comienza a escuchar ya la palabra "debate", pero hasta ahora, solo Diego Arria ha contestado que "no es el momento aún".  Me pregunto cuando será.

No se nota mucha "Unidad" en esta mesa que todavía tiene patas flojas.  Esperaremos qué nos trae esta semana para nosotros los electores.


Juancé Gómez




domingo, 23 de octubre de 2011

Mi propuesta para ustedes





"Política para Electores" tiene como propuesta principal, desarrollar los temas inherentes a los elementos y recursos de los electores (nosotros, tú, yo) que participamos en el proceso electoral como sujetos activos en el axioma "Electores - Elegidos", manteniendo y exponiendo la importancia que tenemos dentro de esa interacción.  Es nuestra responsabilidad conocer el peso que tenemos; es nuestro deber saber de qué manera influímos en los procesos de elección popular. 

Busco incentivar y desarrollar el concepto de "Madurez Política", el cual considero esencial para obtener los resultados que deseamos como ciudadanos.  Es nuestro el deber de ejercer nuestro derecho, y será nuestra responsabilidad el resultado que se obtenga de nuestras acciones u omisiones.  Busco, como muchos de ustedes, que los candidatos nos propongan proyectos concretos, detallados, delineados más allá de los discursos de mitines y entrevistas televisadas.  Queremos aquellos candidatos que no se incomoden con nuestros planteamientos, y que se tomen la molestia de respondernos.  Yo estoy seguro que quiero eso, y el candidato que responda, ganará un poco más de confianza, en este elector que como muchos otros, está harto de embustes e ilusiones resquebrajadas.

Juancé Gómez

¿Son realmente necesarias las Fuerzas Armadas en Venezuela?




Parte I


Una mañana de febrero de 1992, en nuestras pantallas de televisión irrumpió el rostro desafiante de un militar conocido para muy pocos –medio orejón él- que se dirigía a sus compañeros “de armas”, indicándoles por medio de las cámaras el no haber podido cumplir con sus objetivos y dando nacimiento a aquella famosa frase del “por ahora”.

“Por ahora”.  Frase que para muchos se convertiría a partir de aquél momento triste de la nación en el recordatorio morboso de alguien que, muchos interpretaron, había tenido “las que te conté” para hacerle frente a Carlos Andrés Pérez y  ultimadamente, al sistema democrático en pleno.  Días después de aquella “asonada” militar y restablecido el orden, muchos asentían y en silencio aprobaban aquel acto de desafío máximo, de desconocimiento pleno a las instituciones y de “valentía” de un grupo de tenientes coroneles frente a un gobierno constitucional y democráticamente electo.  Otros tantos llevaron este apoyo hasta el Cuartel San Carlos y la cárcel de Yare, y muchos que anteriormente militaban en partidos del “establishment” criollo salieron a ofrecerse a la causa del militar golpista, secretamente sugiriéndole que continuara con “su lucha” y jurándole lealtad a través de los barrotes de su encierro.  Un nuevo héroe había nacido. 

El resto es historia por todos harto conocida.  El punto de reflexión que queremos destacar aquí es, precisamente, ese momento histórico en que Hugo Rafael Chávez Frías reta y hace tambalear a las instituciones y de repente descubre (para beneficio posterior suyo y desgracia consecuencial del país) lo débiles de sus bases y lo endeble de su andamiaje.  Descubre que como en el dominó, jorungando un poco al contrario se le ven las costuras y que nadie –en el caso de las instituciones- salió en su defensa, salvo algunos juristas altamente respetados pero poco escuchados y políticos de partidos cuya credibilidad quedó igual de lastimada que las mismas instituciones de la nación.   De repente empezamos a descubrir que vecinos, compañeros de trabajo y familiares eran “pro-golpe” o al menos se solazaban de ver corriendo al Presidente de los militares que le acechaban el día del fatídico golpe.

Los venezolanos hemos tenido históricamente un “love affaire” con las gorras militares, en una relación de amor odio digna de cualquier diván.  Adoramos los desfiles, pero detestamos a los militares que nos reprimen.  Pareciera que el intento de golpe de militar de Chávez reforzó  el pensamiento que los venezolanos admiramos más los “cojones” que los “sesos” y que para nosotros pareciera tener más valor un valiente que un pensante. 

Este amorío con el uniforme nace desde nuestro nacimiento como república libre, luego de libradas las guerras de independencia.  “O sacerdote o militar” eran las opciones para seguir carreras decentes.  La alternativa era ser pobre, peón, de tercera.  En 1835, la llamada “Revolución de las Reformas” fue la primera de una hilera de “revoluciones” y “golpes” que se sucedieron – y suceden- en nuestra historia contemporánea cada tantos años.  Y la amenaza continúa. Los saldos como consecuencia de estos levantamientos siguen pasándonos factura todavía.


Este breve resumen, inmediatamente nos hace detenernos y formular la pregunta sin cortapisas ¿Es realmente necesario tener Fuerzas Armadas en Venezuela? La pregunta, de por sí, resulta chocante y hasta descabellada, por eso la haremos de nuevo: ¿Es realmente necesario mantener una estructura armada en Venezuela? Para darnos una respuesta sanadora al conflicto que la pregunta como tal genera, repasemos los motivos por los cuáles se tienen fuerzas armadas en diversos países:

1.)    Defensa de la Soberanía Nacional: La soberanía entendida geográficamente como los límites espaciales del territorio donde reside una nación.

2.)    Amenazas de otros países: La defensa contra invasores, colonizadores o enemigos de nuestro sistema de vida o nuestros ciudadanos, dentro o fuera del país.

3.)    Amenazas dentro del país mismo: La defensa contra nosotros mismos, cuando nuestros congéneres se vuelcan en contra de nosotros.  Preservación del orden interno.

4.)    Defensa del “honor” y los símbolos patrios: El gentilicio amenazado por culturas foráneas, o vilipendiado por extranjeros.

Aparte de estos motivos, podríamos agregar también las fulanas “ayudas humanitarias”, misiones de paz que parten hacia los confines de la geografía nacional o del mundo, a prestar ayuda en caso de siniestros, catástrofes naturales o guerras civiles, precisamente, en otros países, como los Cascos Azules de las Naciones Unidas. 



Analicemos entonces, cada uno de estos “motivos” que teóricamente, justificarían la existencia de fuerzas armadas en un país como Venezuela.  La Defensa de la Soberanía Nacional es la primera que nos viene a la mente.  Comenzamos a hilar involuntariamente conceptos familiares entre sí tales como fronteras, tierra, ciudades, recursos naturales, ciudadanos, país, y caemos en cuenta que la primera razón es una de defensa de aquellos valores que consideramos intocables y únicos a nuestra nación como ente abstracto.  Sin embargo, para asumir una posición de defensa, en primer lugar, debemos sentirnos amenazados, de lo contrario, defendernos de alguien que no nos amenaza es un contrasentido.  Esto nos lleva entonces a la segunda razón para sostener una estructura militar en un país: La amenaza de otros países.  En el caso de Venezuela, salvo el bloqueo naval impuesto en 1902-03 por Italia, Alemania e Inglaterra por motivos económicos, históricamente nuestro país no tiene rencillas con otras naciones que justifiquen armarse y permanecer alertas ante conflictos armados.  Repasando la historia patria de los últimos 50 años, surgen solamente tres incidentes dignos de mencionar y que tampoco justificarían sostener la estructura bélica que tenemos actualmente.  El primero fue la “invasión” de subversivos comunistas provenientes de Cuba a las playas de Machurucuto en 1967; el segundo el incidente con la fragata colombiana Caldas en 1987, y el tercero la colocación de las tanquetas en la frontera con Colombia en 2010, evento de mas reciente data protagonizado por el actual Presidente de la República.  Del resto, no figuramos en ningún conflicto mayor, ni en guerras mundiales, ni en pleitos tipo las dos Coreas o los dos Vietnams.  Nada, no tenemos enemigos o amenazas que justifiquen gastos exorbitantes como los que actualmente se sufragan en “defensa” de la nación.  Las amenazas al sistema jurídico nacional han sido protagonizadas principalmente por los militares mismos.  Desde 1835 hasta la actualidad, los militares nacionales han sido los principales protagonistas de doce ataques directos a la institucionalidad y el orden jurídico y constitucional establecido en el país.  Siempre a su vez, han conseguido justificar sus acciones violatorias de la legalidad en motivos como el restablecimiento del orden o el fin de sistemas corruptos que ya perdieron su legitimidad.  Lo curioso es que a través de actos ilegítimos han buscado “subsanar” políticas de gobiernos que en su criterio actúan de manera ilegitima, como si la violación de la ley fuera motivo para violarla de nuevo en la búsqueda de la solución al supuesto problema.

Por último, la defensa del Honor y los Símbolos Patrios han sido la excusa más burda que existe para dar rienda suelta al chauvinismo que sufren muchos ciudadanos de un país, quienes entienden el “patriotismo” como la acción de andar tarareando las estrofas del himno nacional o tener izada una bandera en la puerta de su casa.  Si un extranjero habla mal de nosotros es una “amenaza foránea” y si un nacional habla mal de su propio país es un “traidor a la Patria”. 

Muy por el contrario, han sido los militares precisamente los que han atacado en múltiples ocasiones a los ciudadanos mismos de la nación por medio de asesinatos, torturas, represión y violación de derechos humanos en Venezuela.  Han sido los militares quienes han permanecido a la espera de los tambaleos civiles para justificar el despliegue de tanques y aviones, soldados y municiones con la paupérrima excusa de “restablecer el orden”.  Lo grave de esto es que no existe en los textos legales, comenzando por la Constitución Nacional, una ley, orden o siquiera inferencia alguna que le de autorización a las Fuerzas Armadas de intervenir militarmente en medio de crisis políticas.  Sin embargo, seguimos rehenes de los militares y estamos a merced de sus armas y sus decisiones. 

En la actualidad, haciendo un balance objetivo de los beneficios que hemos obtenido con la presencia del aparato militar en la vida del país, el resultado es pobre y desolador: abusos de autoridad, desconocimiento de las instituciones, represión, corrupción, arbitrariedad, persecuciones y la cifra desconocida de muertos a manos del régimen militar, tanto el actual como los pasados.  En la actualidad los mayores privilegios los poseen los militares y haciendo aún más memoria, siempre fue así.  En tiempos de la mal llamada “IV República”, los militares gozaban de fueros inalcanzables para el resto de los mortales como importación de vehículos, beneficios sociales, exoneraciones fiscales y aduanales, carnets y placas de autoridad…todos lo recordamos porque todos lo vivimos. 

De la infraestructura nacional existente, si bien muchos hablan de las “maravillas de mi General Marcos Pérez Jiménez” y de cómo construyó carreteras, hoteles y edificios, sería bueno indagar si los albañiles y constructores de aquellas obras eran sargentos y cabos que pertenecían al ejercito.  Lo dudo ampliamente.   En el ámbito político, nuestra inercia ciudadana ha permitido que la influencia militarista permee la capa civil de la vida nacional, al punto en el que hoy en día vemos generales en cualquier posición de gobierno, desde las empresas básicas del estado hasta ministerios que en nada tienen relación al tema militar.  En resumidas cuentas, el aporte que las Fuerzas Armadas han hecho a Venezuela como la conocemos hoy, lejos de ser positivo ha sido un total y absoluto desastre, en el cual nos encontramos con un elefante blanco que dentro de la paranoia natural a su condición militar nunca se siente seguro y por eso malgasta los dineros de la nación comprando cada día más y más armas, sistemas de defensa, aviones, municiones, uniformes que no tienen sentido de ser, si no para alimentar las arcas de la igualmente voracidad que viene acompañada con el uniforme militar.  Sin militares la matraca no se puede hacer valer.

 En la próxima entrega hablaremos acerca de los beneficios que nos dejará como país prescindir de las Fuerzas Armadas. 

Juancé Gómez

Si, mi Taita




"Venezuela era una isla desierta y yo me la conseguí"

Esta frase, atribuida al General Juan V. Gómez, bien podría resumir la historia venezolana de los últimos 200 años. Somos un pueblo que, a falta de conciencia propia, conocimiento de sí mismo y convicción de su identidad, ha requerido siempre acurrucarse bajo un "taita" llámese éste Páez, Blanco, Castro, Gómez, Pérez o Chávez. Una especie de Ho Chi Minh criollo.

El pueblo venezolano (y el latinoamericano a los mismos efectos), necesita de un patriarca, de un paladín, de un líder que logra convertirse en un gurú espiritual al que se le profesa un fervor casi sectario. Si bien se admite que todo grupo social requiere para organizarse y regirse de los lineamientos de un jerarca, no es menos cierto que otras culturas entienden que ese guía, ese llamado a determinar los destinos cumple con un mandato otorgado a él por el grupo mismo. En nuestros pueblos (por flojera o ignorancia), descargamos toda la responsabilidad de las decisiones de dirección al gobierno como ente abstracto, y a falta de éste, al mandatario de turno, divorciándonos de nuestro deber como ciudadanos pedidores de cuentas y circunscribiéndonos a ser pedidores de casas, becas y subsidios.

Esta práctica de dejar que el Gobierno nos resuelva la vida nos ha convertido en limosneros de oficio. No esperamos que los gobernantes cumplan con la gestión para la cual los elegimos, sino que nos conformamos con esperar que no nos hagan daño, que nos quieran. En un survey televisivo en los años del segundo gobierno de Rafael Caldera, cierto entrevistado en la calle, al ser preguntado por la gestión del presidente comentaba
"que al menos el Dr. Caldera no nos roba", con lo cual dejaba reflejada la expectativa del "pueblo" como gobernado: Si no vas a hacer tu trabajo como Gobierno, por lo menos no me robes.

Esta posición denota una tremenda inmadurez política de parte de los electores y un desconocimiento absoluto de su rol dentro de la dinámica de la relación Gobierno – gobernados. El colectivo elector posee una serie de derechos frente a aquellos que elige (elección como tema clave aquí) pero debe entender estos derechos, y en el caso de Venezuela este silogismo parece no cumplirse, porque el elector mismo no entiende o no sabe entender ni asumir su posición dentro del juego de la democracia.

¿Cuáles son, entonces, estos derechos? El elector primero que todo debe entender que el poder es suyo para cambiar aquello con lo cual no está de acuerdo. Pero nos vamos aún más allá y nos preguntamos: ¿sabe esto el elector? Cuando observamos los noticieros nacionales no pasa un día en que alguien, humilde o acomodado, educado o marginal, le "pida" al Presidente que se avoque a resolver personalmente cualquier tema (desde una huelga de reos en un penal hasta la construcción de un módulo policial) siempre la constante es la misma: "
Señor Presidente, le pedimos". ¿Cuándo comenzará nuestro pueblo a "exigir" en vez de "pedir"?

Esa es la posición del sumiso, la de pedir. Pedimos favores cuando deberíamos exigir cumplimientos. El electorado en pleno debe entender que no nos hacen favores los que elegimos en algún momento y parte de la responsabilidad de esto es de nosotros mismos. Nuestra actitud de "pedigüeños" solamente abona el camino del abuso, de la desidia y de la posterior opresión. Mientras no exista una psique colectiva que coincida en aquello que debe esperar; que eleve la barra de las expectativas a sus gobernantes; que no se deje encantar por las flautas verborreicas de mítines en avenidas cerradas; que evalúe con seriedad y objetividad las promesas y los planes de gobierno de los diferentes candidatos y finalmente, que elija más a un empleado y no a un "Taita", seguiremos sin ver cambios sustanciales en nuestra sociedad.

Juancé Gómez