Para aquellos que recuerdan la campaña presidencial de los Estados Unidos de 2008, el señor de la foto, Samuel Wurzelbacher (algo así como "Uorselbajer") saltó a sus quince minutos de fama al cuestionar la política de impuestos a los pequeños negocios propuesta por el entonces candidato y senador demócrata por Illinois, Barack Obama. En una conversación improvisada en una calle en Ohio, Wulrzelbacher le comentó a Obama ser un plomero que se vería afectado por un alza en los impuestos de ganar Obama, y que sus posibilidades de surgir se verían limitadas si tal tributo se ponía en efecto. De ahí pasó a ser conocido simplemente como "Joe The Plumber" (El Plomero) y su notoriedad sería posteriormente impulsada por el uso que hizo Sarah Palin de su nombre y su ejemplo como estandarte del trabajador norteamericano. Luego Joe pasó a escribir un libro y comenzar una carrera como conferencista motivador. Hoy en Fox News, en el programa de Megan Kelly, anuncia su candidatura como representante por el partido Republicano al estado de Ohio para las elecciones de 2012.
Hago mención de Joe el Plomero, porque he notado que en Venezuela no tenemos muchos ejemplos de ciudadanos comunes y corrientes que hagan la transición hacia la política y efectivamente logren un cambio en su entorno, comunidad o ciudad. Y esto es así porque los ciudadanos comunes y corrientes en Venezuela vemos la política como algo muy cercano a nosotros pero que no nos llega a tocar lo suficiente como para hacernos entrar en ella de lleno dejando atrás nuestros trabajos, nuestras cómodas oficinas y nuestros fines de semana de parrillas y viajes a la playa. Vivimos la política intimamente, pero sentimos que es algo reservado a los partidos y salvo que tengamos alguna militancia en uno de ellos, en Venezuela la política pertenece unicamente a los políticos de "oficio".
Ejemplos existen, sin embargo, de personas que decidieron aventurarse en la política, y a colación quiero presentar tres claramente definidos: El primero y menos conocido es un personaje "pintoresco" del pueblo venezolano, a quien solo recuerdo con el nombre de Pedroza, hombre ataviado de un tabaco y un sombrero que no contaba con partido popular alguno (no que se sepa) y que decía que los políticos eran unos "vagamundos". La última vez que supe algo de él, fue hacia las elecciones de 1978.
El segundo personaje no político que quiero comentar fue Renny Ottolina, querídisimo y recordado en la psique colectiva de Venezuela, aún después de tantos años de su muerte. Renny murió (en circunstancias que algunos llaman "misteriosas") a pocos meses de celebrarse las elecciones presidenciales de 1978 que serían ganadas por Luis Herrera Campíns en la cumbre del Copeyanismo en Venezuela. Renny se lanzó a la presidencia (y acumuló seguidores) porque sentía que un cambio debía llevarse a cabo en el país, ya para esa época con visos de alta corrupción y delincuencia. Murió en las montañas cuando su avión se estrelló, y jamás supimos de qué puesto hubiera llegado de estar vivo para aquellas elecciones.
El tercer y más reciente ejemplo fue Irene Sáez, quien desarrolló una carrera exitósa de gestión al frente de la Alcaldía de Chacao y posteriormente al frente de la Gobernación de Nueva Esparta. Y digo "carrera de gestión" y no política, porque si bien estudió Ciencias Políticas luego de su reinado como Miss Universo, no podemos decir que fue política de carrera, ya que durante su incursión aprendió al igual que Renny y Pedroza, cómo se bate el cobre en política, aunque ninguno de los tres logró tomar el palo que lo batía.
Cada uno de estos tres personajes descubrió a su manera, que en Venezuela si no se es político de profesión y se decide hacer carrera, lo más probable es que te utilicen o te desechen. Así como era obvio que nadie tomaría en cuenta a Pedroza quien destacaba más por su pinta "juanbimbística" que por su preparación profesional (la cual tengo entendido era nula) era también obvio que Renny parecía cernirse como una amenaza sobre los partidos del "establishment" polarizado de los años 70 y de la misma manera, obvio también la manera como en la memoria colectiva de todos permanece latente la idea de la "utilización" que de la imagen de buena gestión de Irene Saéz hicieron AD y Copei (bajo el "mastermind" Alfaro Ucero) para combatir con Hugo Chávez y perder miserablemente las elecciones en 1998.
El mensaje de los partidos a los venezolanos comunes y corrientes es éste: "No se metan en política, solo voten por nosotros". Nosotros, ciudadanos políticamente inmaduros que somos, aceptamos el mensaje y vemos los toros desde la barrera, como "Managers de Tribuna" parafraseando al Ciudadano Leopoldo Castillo. Otros ejemplos de "espontáneos" existen pero su final no ha sido muy feliz. Algunos recuerdan con risa o lástima a candidatos como El Brujo, Cristobal Jiménez u otros de menor monta inclusive pero todos, sin excepción, solo forman parte de la historia electoral venezolana, hoy ya casi extinta.
Estos fenómenos como el de "Joe El Plomero" se generan en países en donde los ciudadanos entienden que deben tomar las riendas, participar, dar su opinión y ofrecer sus ideas, pero también corriendo el riesgo de ser utilizados por partidos que los ven como "plataformas". Así como los Republicanos utilizaron a Arnold Schwarznegger para ganar las elecciones de la Gobernación de California, muchos partidos no dudarán en utilizar a cualquiera que sientan que tiene "arrastre" para capitalizar una victoria en territorios que ven en peligro frente a partidos opositores.
Esto nos plantea el siguiente dilema: ¿Qué hacer frente a la maquinaria de un partido político que nos quiere apoyar? La situación es un poco antagónica antes que simbiótica, porque estamos como durmiendo con el enemigo, sintiendo que cuando no le sirvamos de mucho entonces nos desterrará políticamente, haciéndonos caer en el olvido tan rápido como nos puso en la fama. Formar nuestro propio partido parece una odisea fantástica pero francamente de díficil realización.
Nuestra misión no es convertirnos en Joe el Plomero sino convertirnos en electores maduros y educados que reclamen a sus representantes, diputados, concejales, ministros y hasta el Presidente mismo, que hagan su trabajo, que presenten sus cuentas y sus gestiones de forma correcta. Los ciudadanos venezolanos (y latinoamericanos en general) nos comportamos bajo un estilo de "Vote and Forget", descansando en el político elegido el peso de nuestras promesas, expectativas, sueños y proyectos, sin hacerles el seguimiento debido, solo castigando en las próximas elecciones, siempre con el "Next" por delante.
Nuestros reclamos deben ser organizados, exigentes y formales, no solamente como gritos desesperados en Twitter u otras redes sociales, sino a través de la confrontación a los representantes mismos. Así como en otros países se les envían cartas, comunicaciones, correos y protestas, de la misma manera debemos hacerlo nosotros. Inclusive debemos hacerselos saber antes de elegirlos, escogiendo bien a quiénes elegimos y para esto, las próximas elecciones a precandidatos a las primarias representan una oportunidad dorada para comenzar a comportarnos así. Mientras los partidos nos consideren votantes sin derecho a hacer política, seguiremos en manos de ellos y de los candidatos que ellos, dentro de su cogollo, escojan.
Juancé Gómez
Interesante, pero que opinas de los personajes del movimiento estudiantil que ahora ocupan puestos en la politica?
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